martes, 9 de septiembre de 2014

La OIT y la búsqueda de la Justicia Social



La
OIT y la búsqueda de la Justicia Social

La OIT fue creada
en 1919, como parte del Tratado de Versalles que terminó con la Primera Guerra
Mundial, y reflejó la convicción de que la justicia social es esencial para
alcanzar una paz universal y permanente.
Su Constitución fue
elaborada entre enero y abril de 1919 por una Comisión del Trabajo establecida
por la Conferencia de Paz, que se reunió por primera vez en París y luego en
Versalles. La Comisión, presidida por Samuel Gompers, presidente de la
Federación Estadounidense del Trabajo (AFL), estaba compuesta por
representantes de nueve países: Bélgica, Cuba, Checoslovaquia, Francia, Italia,
Japón, Polonia, Reino Unido y Estados Unidos. El resultado fue una organización
tripartita, la única en su género con representantes de gobiernos, empleadores
y trabajadores en sus órganos ejecutivos.
La Constitución
contenía ideas ya experimentadas en la Asociación Internacional para la
Protección Internacional de los Trabajadores, fundada en Basilea en 1901. Las
acciones en favor de una organización internacional que enfrentara temas
laborales se iniciaron en el siglo XIX, y fueron lideradas por dos empresarios,
Robert Owen (1771-1853) de Gales y Daniel Legrand (1783-1859) de Francia.
La fuerza que
impulsó la creación de la OIT fue provocada por consideraciones sobre
seguridad, humanitarias, políticas y económicas. Al sintetizarlas, el Preámbulo
de la Constitución de la OIT dice que las Altas Partes Contratantes estaban
“movidas por sentimientos de justicia y humanidad así como por el deseo de
asegurar la paz permanente en el mundo...”
Había un verdadero
reconocimiento a la importancia de la justicia social para el logro de la paz,
en contraste con un pasado de explotación de los trabajadores en los países
industrializados de ese momento. Había también una comprensión cada vez mayor
de la interdependencia económica del mundo y de la necesidad de cooperación
para obtener igualdad en las condiciones de trabajo en los países que competían
por mercados. El Preámbulo, al refejar estas ideas establecía:
1.       
Considerando que la paz universal y permanente sólo
puede basarse en la justicia social;
2.       
Considerando que existen condiciones de trabajo que
entrañan tal grado de injusticia, miseria y privaciones para gran número de
seres humanos, que el descontento causado constituye una amenaza para la paz y
armonía universales; y considerando que es urgente mejorar dichas condiciones;
3.       
Considerando que si cualquier nación no adoptare un
régimen de trabajo realmente humano, esta omisión constituiría un obstáculo a
los esfuerzos de otras naciones que deseen mejorar la suerte de los
trabajadores en sus propios países.
Las áreas que
podrían ser mejoradas enumeradas en el Preámbulo continúan vigentes, por
ejemplo:
1.       
Reglamentación de las horas de trabajo, incluyendo
la duración máxima de la jornada de trabajo y la semana;
2.       
Reglamentación de la contratación de mano de obra,
la prevención del desempleo y el suministro de un salario digno;
3.       
Protección del trabajador contra enfermedades o
accidentes como consecuencia de su trabajo;
4.       
Protección de niños, jóvenes y mujeres.
5.       
Pensión de vejez e invalidez, protección de los intereses
de los trabajadores ocupados en el extranjero;
6.       
Reconocimiento del principio de igualdad de
retribución en igualdad de condiciones;
7.       
Reconocimiento del principio de libertad sindical;
8.       
Organización de la enseñanza profesional y técnica,
y otras medidas similares.

El inicio

Trabajar para la justicia
social constituye nuestra valoración del pasado, y nuestro mandato para el
futuro."
Juan Somavia, Director General de la OIT
La OIT ha realizado
aportes importantes al mundo del trabajo desde sus primeros días. La primera
Conferencia Internacional del Trabajo en Washington en octubre de 1919 adoptó
seis Convenios Internacionales del Trabajo, que se referían a las horas de trabajo
en la industria, desempleo, protección de la maternidad, trabajo nocturno de
las mujeres, edad mínima y trabajo nocturno de los menores en la industria.
La OIT estableció
su sede en Ginebra en el verano de 1920 con el francés Albert Thomas como
primer Presidente de la Oficina Internacional del Trabajo, que es la secretaría
permanente de la Organización. Con gran ímpetu impulsó la adopción de 16
Convenios Internacionales del Trabajo y 18 Recomendaciones en menos de dos
años.
Este primer fervor
pronto fue moderado, porque algunos gobiernos pensaban que había demasiados
Convenios, el presupuesto era excesivo y los informes muy críticos. Sin
embargo, la Corte Internacional de Justicia declaró que el ámbito de acción de
la OIT se extendía también a la reglamentación de las condiciones de trabajo
del sector agrícola.
En 1925 fue creado
un Comité de Expertos como sistema de supervisión de la aplicación de las
normas de la OIT. El Comité, que aún existe, está compuesto por juristas
independientes responsables del análisis de los informes de los gobiernos y de
presentar cada año a la Conferencia sus propios informes.



La depresión
y la guerra
El británico
Harold Butler, sucesor de Albert Thomas desde 1932, tuvo que enfrentar la Gran
Depresión y su consecuencia de desempleo masivo. Al darse cuenta de que para
abordar temas laborales necesitaba también de la cooperación internacional,
Estados Unidos se convirtió en Miembro de la OIT en 1934, aunque continuaba
fuera de la Sociedad de las Naciones.
El
estadounidense John Winant asumió el cargo en 1939 cuando la Segunda Guerra
Mundial era inminente. Por motivos de seguridad trasladó la sede de la OIT en
forma temporal a Montreal, Canadá en mayo de 1940. En 1941 cuando fue nombrado
embajador de EE.UU. en Gran Bretaña dejó la Organización.
Su sucesor,
el irlandés Edward Phelan, había ayudado a escribir la Constitución de 1919 y
desempeñó otra vez un papel importante durante la reunión de Filadelfia de la
Conferencia Internacional del Trabajo realizada en medio de la Segunda Guerra
Mundial, en la cual participaron representantes de gobiernos, empleadores y
trabajadores de 41 países. Los delegados aprobaron la Declaración de
Filadelfia, incorporada a la Constitución, que constituye aún una Carta de los
propósitos y objetivos de la OIT. En 1946, la OIT se convirtió en una agencia
especializada de la recién creada Organización de las Naciones Unidas. En 1948,
todavía bajo la dirección de Phelan, la Conferencia Internacional del Trabajo
adoptó el Convenio No. 87 sobre la libertad sindical y la protección del
derecho de sindicación. 
Los años de
la post guerra
El
estadounidense David Morse fue Director General entre 1948 y 1970, período
durante el cual se duplicó el número de países miembros. La Organización asumió
su carácter universal, los países industrializados pasaron a ser una minoría
ante los países en desarrollo, el presupuesto creció cinco veces y el número de
funcionarios se cuadruplicó. La OIT creó el Instituto Internacional de Estudios
Laborales con sede en Ginebra en 1960 y el Centro Internacional de Formación en
Turín en 1965. La Organización ganó el Premio Nobel de la Paz en su 50
aniversario en 1969.
Entre 1970 y
1973, con el británico Wilfred Jenks como Director General, la OIT avanzó en el
desarrollo de normas y de mecanismos para la supervisión de su aplicación, en
particular en la promoción de la libertad sindical y la protección del derecho
de sindicación.
Su sucesor,
el francés Francis Blanchard, extendió la cooperación técnica de la OIT con
países en desarrollo y logró evitar el deterioro la Organización pese a la
pérdida de un cuarto de su presupuesto tras el retiro de EE.UU. desde 1977
hasta 1980. La OIT desempeñó también un papel importante en la emancipación de
Polonia de la dictadura, al darle su apoyo total a la legitimación del
sindicato Solidarnosc basándose en el respeto del Convenio No. 87 sobre
libertad sindical, que Polonia había ratificado en 1957.

Michel Hansenne de Bélgica asumió el cargo en 1989 y condujo la OIT después del
fin de la Guerra Fría. Puso énfasis en la importancia de colocar la justicia
social al centro de las políticas económicas y sociales internacionales.
También orientó a la OIT hacia una decentralización, con mayores actividades y
recursos fuera de la sede de Ginebra.
El 4 de marzo
1999 el chileno Juan Somavia asumió el cargo de Director General. Somavia ha planteado
la importancia de convertir el Trabajo Decente un objetivo estratégico
internacional y de promover una globalización justa. También ha destacado el
trabajo como un instrumento para la superación de la pobreza y el papel de la
OIT en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que incluyen la
reducción de la pobreza a la mitad para 2015. 
El Británico
Guy Ryder fue elegido como el décimo Director General de la OIT y comenzó su
mandato de cinco años en octubre de 2012.